EL DESPERTAR NO NORMAL

Despierto una madrugada por culpa del sonido de una gotera que caía en el dedo gordo de mi pie derecho. Miro hacia el techo y solo puedo quedarme fijo, mirando el grán manchón, por culpa de esa gotera que me despertó en esa fría madrugada. Un manchón marrón casi negro como mi alma en esos momentos de melancolía y tristeza que me dejo la partida de Eva. Ahora que la nombro, por mi cabeza pasa ese mal recuerdo de Eva. Esa Eva que le hizo merito a su nombre y una vez más el tiempo la hace testigo intelectual de engañar a un hombre. ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué? ¿Por qué…? ¿Sería por las llegadas nocturnas con mi embriagues? Sin diferencial tú cara alegre porque llegue a salvo de todos los peligros que abundan en la calle, o tú cara molesta después de llegar de ese Bar, donde las bebidas fluyen como fuentes de aguas termales y las putas nada sexys pero si borrachas y dispuestas a dar placer a todo aquel que les dé dinero, són féminas musas del diablo, que entre alcohol y alcohol se visualizan como ángeles del placer más sensual, aquellas que se hacían de mí y yo de ellas.
Llegar mareado, casi ciego, tropezando con todo, tú molesta con reclamos, yo no queriéndote escuchar, lo embriagado que estaba no me dejaba entender cada una de tus palabras gritadas a viva voz de desesperación, ya cansada de siempre lo mismo. Para no escucharte más, preferí golpearte, ese fue mi opción más fácil. Ohh maldita opción!!! Ahora que sé lo que duele estar sin ti, me arrepiento de cada golpe lleno con excusas para tú silencio. Ese silencio que hacia placer al descanso de mi resaca.
Despertar en las mañanas y ver tu cara morada por culpa de la golpiza nocturna. Te pedía perdón por cada uno de esos moretones, todo quería remediarlo con besos y caricias, como si eso hiciera olvidar los golpes y la manera violenta como te trate. Te trataba de forma cariñosa para que me perdonaras sin saber que solo aumentaba tu asco hacia mí, ya que borracho te violaba toda la madrugaba, desquitándome de la excitación a media que me dejaban las putas por no tener dinero para pagar.
¿Por qué te vengaste de esa forma tan cruel?
Después de un viernes agotador de tanto trabajo, recibí la paga semanal, esa que te alcanza para embriagarte de alcohol y putas toda la madrugada. A pesar que Eva una vez más me había perdonado, no me importo y sin pensarlo tres veces fui a ese Bar de perdición y placer.
Los viernes era noche de show, se presentaría una maestra del sexo capaz de excitar a cualquier hombre. Veinte pesos costaba ver su show, el cual era hacer eyacular con todo su cuerpo  a diez hombres elegidos entre el público. Nunca había visto algo semejante en mi vida, ni una ninfa del sexo haría tal cosa.
Pague los veinte pesos de mi paga semanal para verla, los diez hombres elegidos subieron a la tarima, hace su salida entre aplausos y silbidos la maestra del sexo, vestida únicamente con una máscara adornada de plumas rosadas. La presenta el dueño marica del bar como Samanta la maestra del sexo, una vez presentada Samanta se acuesta en una cama ubicada sobre la tarima, los hombres desnudos se lanzan sobre ella, ella ni corta, ni perezosa los toca de manera sensual, sentada sobre uno de ellos penetra su ano, mientras otro penetra su vagina, a otro le hace sexo oral, y con cada una de sus manos masturba a otros dos, mientras el resto la tocan y se masturban.
Me pareció la mujer más puta del mundo, perra y asquerosa. Me preguntaba ¿cómo puede existir  una mujer tan perdida en la vida, que sea capaz de hacer todo eso?
Mientras hacía todo ese espectáculo tan fuera de lo normal, se quitó la máscara, fue el momento más impactante de mi vida, si ya había sentido asco y repugnancia por lo que hacía, al ver su cara se sumó la sorpresa desgarradora de que era Eva mi esposa, quien le daba placer a diez hombres.
Furioso, corrí a la tarima, pero la seguridad me lo impidió, me sacaron por la puerta de atrás.
Fue la última vez que vi a Eva, días después pregunte por ella en el Bar, solo pude saber que se fue con un grupo de teatro al desnudo y sexo en directo.
Ya no tengo nada en mi vida, Eva te llevaste todos mis sentimientos y seguridades, ya no podre confiar en otra mujer. Ahora solo quiero morirme entre alcohol y putas.

Autor: Jorge Zambrano



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